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jueves, 11 de junio de 2009
Día Mundial del Medio Ambiente 2009 – ¡Tu planeta te necesita!
CIUDAD DE MÉXICO, México / Nairobi, Kenia.- Fomentar las inversiones en la conservación, rehabilitación y gestión de los bosques, turbas, suelos y otros ecosistemas esenciales de la Tierra podría generar reducciones considerables en las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar la emisión de más de estos gases a la atmósfera, se señala en un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Achim Steiner, Subsecretario General de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), afirmó: “Se destinan decenas de miles de millones de dólares a la captura y el almacenamiento de carbono en centrales eléctricas, mediante la inyección de CO2 bajo tierra o bajo el mar”.
“Pero quizá la comunidad internacional está soslayando un método que ha funcionado con demostrada eficacia por milenios: la biosfera. Según algunos cálculos, con las señales adecuadas del mercado los sistemas vivientes del planeta podrían ser capaces de secuestrar más de 50 gigatoneladas (Gt) de carbono en las próximas décadas”, agregó.
“Esto también coincide con la iniciativa Economía Verde del PNUMA, pues por el mismo dólar, euro, peso o yuan no sólo estamos combatiendo el cambio climático. En potencia, también estamos generando beneficios adicionales en el plano económico, ambiental y de desarrollo derivados de la mejora de las reservas de agua, la estabilización del suelo y las perspectivas para la biodiversidad, junto con nuevos tipos de empleos respetuosos del medio ambiente en la gestión y la conservación de los recursos naturales”, agregó.
La evaluación rápida del PNUMA “¿La solución natural? El papel de los ecosistemas en la mitigación del cambio climático” se dará a conocer con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, que este año tiene como anfitriones al gobierno y el pueblo de México.
Este informe aparece poco menos de seis meses antes de la crucial reunión de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en Copenhague, Dinamarca, en la que los gobiernos habrán de comprometerse con un nuevo tratado con visión a futuro.
Principales mensajes del informe
• Es fundamental gestionar el carbono en los sistemas biológicos a fin de salvaguardar las reservas de carbono, reducir las emisiones y maximizar el potencial de las zonas naturales y agrícolas para sustraer carbono de la atmósfera.
• Los sistemas prioritarios son los bosques tropicales, las turbas y la agricultura. Reducir 50 por ciento las tasas de deforestación para 2050 y luego mantenerlas en ese nivel hasta 2100 evitaría la emisión directa de hasta 50 Gt de carbono este siglo, lo que equivale a 12 por ciento de las reducciones de emisiones necesarias para mantener concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono inferiores a 450 ppm.
• La degradación de las turbas produce hasta 0.8 Gt de carbono al año, la mayor parte de lo cual podría evitarse mediante su rehabilitación.
• En términos generales, el sector agrícola podría ser neutro en emisiones de carbono para 2030, lo que equivaldría a 6 Gt si hubiera una amplia adopción de prácticas de gestión sustentables.
• Resulta esencial que la política en materia de mitigación del cambio climático se rija por la mejor información científica disponible sobre el carbono en los ecosistemas, y que las decisiones se basen en información sobre los costos y beneficios totales de la gestión del carbono.
• La formulación de políticas para lograr estos fines es un desafío: será necesario asegurar que las comunidades locales e indígenas no resulten perjudicadas y considerar el potencial para lograr beneficios conjuntos para la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.
• Las tierras áridas, en particular, ofrecen oportunidades para combinar la gestión del carbono y la rehabilitación de tierras.
• La adopción de un marco general de políticas con arreglo a la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC) para abordar la gestión del carbono en los ecosistemas representaría un avance muy significativo.
Bosques: el mayor sumidero
Los bosques tropicales albergan la mayor reserva de carbono en tierra con una absorción mundial al año de alrededor de 1.3 Gt de carbono, o alrededor de 15 por ciento de las emisiones totales de carbono derivadas de actividades humanas.
Actualmente se calcula que las tasas mundiales de deforestación en zonas tropicales son de hasta 14.8 millones de hectáreas al año. La deforestación es causante de casi la quinta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que supera a todo el sector de transporte.
La tala de los bosques tropicales tal vez emita de 87 a 130 Gt adicionales de carbono hacia 2100, lo que equivale a las emisiones de carbono de más de una década de quema de combustibles fósiles en el mundo al ritmo actual.
Reducir 50 por ciento las tasas de deforestación para 2050 y mantenerlas en ese nivel hasta 2100 evitaría la emisión directa de hasta 50 Gt de carbono en este siglo.
Las técnicas convencionales de tala dañan o destruyen una parte sustancial de la vegetación restante durante las operaciones de explotación, lo que provoca grandes pérdidas de carbono.
Las técnicas de tala mejoradas pueden reducir las pérdidas de carbono alrededor de 30 por ciento en comparación con las técnicas convencionales.
Se considera que los bosques tropicales son sumideros de carbono; según investigaciones recientes, absorben alrededor de 1.3 Gt de carbono al año en todo el mundo.
Se calcula que los bosques de este tipo en América Central y del Sur absorben alrededor de 0.6 Gt de carbono, en África poco más de 0.4 Gt y en Asia en torno de 0.25 Gt, en total la absorción de carbono equivale a aproximadamente 15 por ciento de las emisiones de carbono antropogénicas.
El potencial para mejorar la captura y el almacenamiento de carbono en los bosques boreales —que se extienden en Canadá, Rusia, Alaska y Escandinavia— es bajo. Sin embargo, encierran la segunda reserva de carbono más abundante, que podría emitirse a la atmósfera a causa de un mayor número de incendios, la desecación de las turbas, la tala y la minería.
Los bosques templados de Europa y América del Norte se han expandido en años recientes; se calcula que en Europa absorben de 7 a 12 por ciento de las emisiones de carbono. Una mayor reforestación y mejoras en la gestión podrían incrementar estos porcentajes.
Agricultura: climáticamente neutra para 2030
El sector agrícola ofrece las mayores ganancias en almacenamiento de carbono fáciles de alcanzar si se adoptan ampliamente prácticas de gestión óptimas —como evitar la remoción del suelo y usar nutrientes naturales como composta y estiércol.
• Se pueden secuestrar hasta 6 Gt de CO2 equivalente al año para 2030, cantidad comparable con las emisiones actuales del sector agrícola.
Muchas de las prácticas agrícolas que almacenan más carbono se pueden aplicar con un costo menor o nulo. La mayor parte de este potencial (70 por ciento) puede realizarse en los países en desarrollo.
• Con base en las emisiones de 1990, si se devolviera toda la paja a las tierras agrícolas en China, podría secuestrarse alrededor de 5 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono ocasionadas por la quema de combustibles fósiles en ese país.
Muchas zonas agrícolas en los trópicos han sufrido un severo agotamiento de sus reservas de carbono en el suelo. Se calcula que algunos suelos en los sistema agrícolas tropicales han perdido de 20 a 80 toneladas de carbono por hectárea, en su mayoría liberado a la atmósfera.
La agroforestería —cuando la producción de alimentos se combina con la plantación de árboles— tiene un potencial particularmente elevado para el secuestro de carbono en zonas tropicales.
• Se calcula que el almacenamiento de carbono promedio mediante la aplicación de prácticas agroforestales es de alrededor de 10 toneladas por hectárea en regiones semiáridas, 20 toneladas por hectárea en regiones subhúmedas y 50 toneladas por hectárea en regiones húmedas.
• Las tasas de secuestro de los sistemas agroforestales de pequeña escala en los trópicos son de alrededor de 1.5 a 3.5 toneladas de carbono por hectárea al año.
Turbas: abundancia de carbono
Aunque sólo abarcan un porcentaje diminuto de la superficie terrestre, las turbas son, metro por metro, los reservorios de carbono más eficaces de todos los ecosistemas.
• En promedio, las turbas almacenan 1,450 toneladas de carbono por hectárea.
• Se considera que actualmente 65 millones de hectáreas de las turbas del mundo están degradadas y pierden grandes cantidades de carbono a causa de la desecación; la mitad de estas pérdidas ocurre en zonas tropicales.
• En total, la desecación de las turbas tropicales —sobre todo para la obtención de aceite de palma y madera para pulpa— ocasiona pérdidas de carbono de hasta 0.8 Gt al año. Los incendios en las turbas del sureste de Asia son causantes de la mitad de esas emisiones.
El cultivo de biocombustibles no puede compensar ni por asomo esta emisión de gases de efecto invernadero.
• La combustión del aceite de palma producido en una turba desecada genera de tres a nueve veces la cantidad de CO2 producido al quemar carbón, lo que equivale a una deuda de carbono para cuyo pago se requieren 420 años de producción de biocombustibles.
Rehumedecer las turbas y volver a plantar bosques en áreas deforestadas puede reducir considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero en el futuro.
Océanos: ¿cerca de la saturación?
Se piensa que los océanos han absorbido alrededor de 30 por ciento de las emisiones históricas de carbono, por lo que son el segundo mayor sumidero de carbono luego de la atmósfera.
• Sin embargo, la capacidad de absorción de los océanos y las costas —actualmente de 2 Gt al año— es finita y vulnerable.
• En algunos estudios se señala que la capacidad de los océanos para absorber carbono podría alcanzar un nivel máximo de 5 Gt al año hacia finales de este siglo.
Es probable que las oportunidades para aumentar la captura y el almacenamiento de carbono estén en las zonas y los ecosistemas costeros, como los humedales y los manglares.
• Las aguas litorales de hasta 200 m de profundidad, que incluyen ecosistemas coralinos y de pasto marino, tal vez absorban poco más de 0.2 Gt de carbono al año.
• En todo el mundo, los manglares quizás acumulan alrededor de 0.038 Gt de carbono al año, lo que indica, considerando el área de cobertura, que secuestran carbono a mayor velocidad que los bosques terrestres.
Sin embargo, si no se controlan, las pautas actuales de uso, explotación y efectos harán que los humedales costeros y los manglares se vuelvan fuentes de carbono y dejen de ser sumideros.
• En el informe se estima que la pérdida extensa de hábitats costeros vegetados ya ha reducido el enterramiento de carbono en el océano alrededor de 0.03 Gt al año.
El costo de la gestión del carbono en los ecosistemas
El costo de la gestión del carbono en los ecosistemas puede ser muy bajo en comparación con otras opciones de “energía limpia”.
• La gestión del pastoreo, los fertilizantes y la quema de pastizales para reducir las emisiones tiene un costo de apenas EU$ 5 por tonelada de dióxido de carbono equivalente al año.
• El costo de la rehabilitación de suelos y tierras degradadas asciende a alrededor de EU$ 10 por tonelada, mientras que, según los cálculos, los costos de la captura y almacenamiento tecnológicos de carbono oscilan entre EU$ 20 y EU$ 270 por tonelada de dióxido de carbono equivalente.
El potencial de mitigación económica de las actividades forestales se duplicaría si los precios del carbono aumentaran de EU$ 20 por tonelada de dióxido de carbono equivalente a EU$ 100 por tonelada.
• Si las emisiones de carbono se valuarán en EU$ 100 de CO2 equivalente, en 2030 el sector agrícola ocuparía el segundo lugar, sólo después de la construcción, como el sector más importante en potencia para lograr disminuciones de carbono.
En esta escala de precios del carbono, las actividades forestales y la agricultura combinadas serían más importantes que cualquier otro sector por sí solo y seguirían siendo muy importantes aunque los precios del carbono fueran más bajos.
Sin embargo, en este momento el régimen climático internacional sólo aborda en parte las emisiones derivadas del cambio en el uso del suelo, como la deforestación, y no ofrece incentivos para reducir las emisiones de carbono de los bosques y otros ecosistemas, por no hablar de su conservación como sumideros de carbono.
Se espera que los gobiernos que negocien el nuevo acuerdo climático en Copenhague en diciembre de este año den el primer paso en esta dirección, empezando a pagar a los países en desarrollo por la reducción de sus emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques.
En el informe se subraya la necesidad de considerar un sistema de pagos más amplio por los servicios de los ecosistemas.
“Los sistemas vivientes de nuestro planeta han desarrollado maneras ingeniosas, eficientes y rentables de gestionar el carbono. Enviar las señales adecuadas en cuanto a los precios a los responsables de las decisiones económicas y de desarrollo sobre el valor de preservar y manejar eficazmente nuestros bosques, pastizales y tierras de cultivo es crucial para el éxito de cualquier estrategia de mitigación del cambio climático.
“El PNUMA y sus socios, con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, lanzaron un nuevo proyecto entre las comunidades del oeste de Kenia, Níger, Nigeria y China para evaluar con mayor precisión la cantidad de carbono que guardan diferentes ecosistemas y paisajes con diversos regímenes de gestión.
“Los hallazgos, que darán origen a una norma mundial en que la podrán basarse las decisiones sobre inversiones en carbono, deberán estar disponible en alrededor de 18 meses.
“Si la comunidad mundial acepta este desafío, los sistemas vivientes del planeta serán nuestros mejores aliados en la lucha contra un cambio climático peligroso”, concluyó Steiner
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