Fundacion Armonia Global...Educando para un mundo Mejor

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jueves, 17 de diciembre de 2009

El Mundo TIENE El Deber De Actuar. Elsy Mata Marcano


El Mundo TIENE El Deber De Actuar. Elsy Mata Marcano

Dinamarca nos dio una lección:
El mundo TIENE el deber de actuar. Empezar en lo local y pensar en lo Global.
La vía no esta en la política, la vía esta en que las “Comunidades se unan a combatir el Recalentamiento global .

Los países “ricos” quieren seguir siéndolo a toda costa y por el momento muchos de ellos no están dispuestos a cambiar su forma de vida ni siquiera sabiendo que esto puede traer aparejada la destrucción del planeta. Entonces aparecen en escena las alternativas mas absurdas y siniestras, como guardar el carbono en sumideros debajo de la tierra o compensar sus emisiones, en lugar de reducirlas, comprando bosques o plantando árboles en los países mas pobres.
Por otro lado hay países que, gracias a un aumento en su industria, en su producción de bienes y a la explotación muchas veces desmedida e insustentable de sus recursos naturales, después de muchos años están logrando fortalecer sus economías. Países que quieren sumarse al privilegiado grupo de los “ricos” y para los que este momento es su oportunidad de hacerlo, por lo que no ven como una buena idea desacelerar o detener ese proceso. Al final de la lista, los países “pobres”, los fumadores pasivos. Son los que resultan más afectados por el cambio climático por no contar con los medios económicos necesarios para realizar tareas de prevención, ni de infraestructura, ni para planes alimenticios, ni de distribución de agua. También los que por no haber podido ni sabido construir democracias lo suficientemente fuertes, permiten que se sigan saqueando sus recursos naturales, destruyendo sus bosques y reservas de agua. Se calcula que entre 1992 y 2009 el planeta aumentó sus emisiones de GEI en un 45%. En ese mismo intervalo, países como India aumentaron 103%, China 150%, y Estados Unidos 120%. Los países que mejores resultados lograron son principalmente los europeos del norte liderados por Dinamarca -19%, Alemania -17% y el Reino Unido -14%, pero claro, en estas últimas cifras no se han considerado las compensaciones por forestación. Por lo que en realidad no han reducido sus emisiones en esos porcentajes, sino que parte de ellas han sido canjeadas por bonos de carbono.

¿Cuál es entonces la forma de salir de este enredo de egoísmos que nos está llevando inexorablemente a un final muy poco feliz para toda la humanidad?

¿Cómo lograr entender que todos debemos perder algo ahora para ganar ni mas ni menos que un futuro mejor?
¿Cómo ponernos de acuerdo en que debe relegar cada uno para lograr ese objetivo?
¿Cómo refundar la sociedad humana?
¿Cuáles deberán ser los nuevos paradigmas que la rijan?

Esas eran las verdaderas preguntas que debieron obtener una respuesta cierta en las ultimas dos semanas de COP15.

Ante el inminente fracaso de la Cumbre de Copenhague, urge cambiar radicalmente la relación con la Pachamama. El problema es de enfoque. Todos saben que el planeta está en peligro y que si no se toman medidas radicales y efectivas, la vida desaparecerá. Pero mientras se siga viendo a la Tierra solo como el depósito de recursos para la acumulación individual, todo intento de diálogo conducirá, como máximo, a medidas paliativas y no a soluciones efectivas. De lo que se trata, entonces, es de replantear las relaciones con la naturaleza. Debemos entender que la naturaleza es un ser vivo y nosotros somos parte de ella. Los pueblos indígenas dicen: “la Pachamama nos cría y nosotros la criamos a ella”. Y es que los pueblos indígenas no trabajan para la acumulación individual sino para satisfacer las necesidades de todos.

Por eso el trabajo es una fiesta, una forma más de diálogo entre los miembros de la comunidad y con la naturaleza. La biodiversidad –en peligro por el calentamiento global- es la mayor riqueza de este planeta y es la que dio origen a la inmensa diversidad cultural que la habita. Los seres humanos y los pueblos se formaron en su relación con ella, en su cuidado, en su crianza, en una eterna reciprocidad por los bienes que nos ofrece para sobrevivir. Pero las invasiones de Europa al Abya Yala (hoy América) y otros continentes, cortaron abruptamente estas civilizaciones que supieron vivir en armonía con la Madre Tierra durante decenas de milenios, para, en solo quinientos años de saqueo, mercantilización y depredación de la naturaleza, conducirnos al borde de un cataclismo climático global. Si reconocemos a la naturaleza como un ser vivo, la hacemos sujeto de derechos. Hay un vasto movimiento social en todo el mundo que comparte la propuesta de redactar y adoptar en el seno de las Naciones Unidas una Declaración de los Derechos de la Naturaleza. Y algunos gobiernos de la región han hecho suya esta iniciativa.

La ONU y el planeta:

La preocupación por el cuidado de la naturaleza no es nueva en la comunidad internacional. En 1982, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Carta Mundial de la Naturaleza. Cinco años después, la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo emitió el Informe “Nuestro Futuro Común”, conocido como Informe Brundtland, cuyo llamado principal es precisamente a la creación de una Carta que contenga los principios fundamentales para una vida sostenible. El 9 de mayo de 1992, la ONU adopta la Convención Marco sobre el Cambio Climático, que entró en vigencia en 1994. Ese mismo año, en Río de Janeiro, Brasil, se reúne la primera Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que dio lugar a la Agenda 21, un Plan de Acción que los Estados deberían llevar a cabo para transformar el modelo de desarrollo actual, basado en una explotación de los recursos naturales como si fuesen ilimitados y en un acceso desigual a sus beneficios, en un nuevo modelo de desarrollo que satisfaga las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. Diez años después se reúne la segunda Conferencia en Johannesburgo, Sudáfrica. Entre ambas conferencias, conocidas como “Cumbres de la Tierra”, los países industrializados se reúnen el 11 de diciembre de 1997 en Kioto, Japón, y se comprometen a ejecutar un conjunto de medidas para reducir los gases de efecto invernadero, fijándose metas hasta el año 2012. Estados Unidos retiró su firma de este documento, llamado Protocolo de Kioto. La Cumbre de Copenhague, en diciembre, debio asumir nuevos compromisos en este campo para el 2013 en adelante, pero ya los países poderosos adelantaron que no habrá acuerdo.

La Carta de la Tierra: Mientras todo este proceso se desarrollaba, también se iba gestando un documento que intentaba ser una Carta Magna o Constitución del planeta. Y el 29 de junio del 2000 es lanzada oficialmente la Carta de la Tierra en La Haya, Holanda. Se trata de una declaración solidaria que afirma que es posible vivir y disfrutar de la Tierra sin destruirla y sin causar daños a las comunidades humanas ni al conjunto de seres vivos que la habitamos. Y que reconoce y advierte que para lograrlo se necesita un cambio de mentalidad y de corazón.

¿Por qué no retomar estos principios para, a partir de la Carta de la Tierra, redactar y aprobar una Declaración de los Derechos de la Naturaleza? El cambio de mentalidad y de corazón es posible, como decíamos al inicio: basta con dejar de ver el planeta como un depósito de recursos para ser saqueados, mercantilizados y servir al enriquecimiento de unos pocos. Basta con volver a la armonía con nuestra Pachamama. Se trata, sencillamente, de defender la vida, toda la vida, con sus riquísimas diversidades biológicas y culturales.

El año que termina ha sido rico para el movimiento indígena en este camino. En mayo se reunió en Puno la IV Cumbre de Nacionalidades y Pueblos Indígenas del Abya Yala, que tomó tres acuerdos centrales para difundir las demandas y propuestas en torno al calentamiento global: la Minga Global por la Madre Tierra, que se realizó en octubre; la creación del Tribunal Internacional de Justicia Climática, que tuvo su primera Audiencia en Cochabamba, Bolivia, en el marco de esta Minga Global; y la realización de una cumbre paralela a la Conferencia de Copenhague en diciembre. Dinamarca nos dio una lección: El mundo TIENE el deber de actuar. Empezar en lo local y pensar en lo Global. La vía no esta en la política, la vía esta en que las Comunidades se unan a combatir el Recalentamiento global.

Un mundo verde NO ES UNA PANACEA de un futuro lejano. Tiene que EMPEZAR AQUÍ Y AHORA. Activamos un Compromiso que cada quien debe asumir y reaccionar con una acción tangible desde sus posibilidades en PRO de una TIERRA EQUILIBRADA. Siempre Promoviendo la Revolución de Conciencia.

Elsy Mata Marcano. Directora de la Fundación Armonía Global.
Contactos: Elsymata50@cantv.net Móvil: 04148189443 -04124989914
www.fundacionarmoniaglobal.blogspot.com